Mexico DF 12 de junio 2015 (La Silla Rota).-En Latinoamérica, los insectos han estado presentes en las mesas desde tiempos ancestrales, las razones pueden ser por costumbre, sazón o por su contenido nutricional.
Por tanto, han sido considerados como una alternativa nutricional y de esa manera, garantizar la alimentación del mundo.
En su dieta típica, la cuarta parte de la población mundial consume insectos, principalmente en América Latina.
“Ya el suelo se escaso, los océanos sufren de la sobrepesca y el cambio climático pone estrés adicional sobre el sistema alimentario global. Criar insectos para consumo humano o animal es una posible alternativa para satisfacer la demanda global que está virtualmente inexplorada”, señaló la experta en nutrición del Banco Mundial, Andrea Spray.
En el estado de Oaxaca, comer chapulines es una tradición, ya sea de forma natural o en quesadillas, con ajo, fritos o chile piquín.
Los escamoles son otro tipo de insectos que se come en América Latina, y que en México es un manjar.
En Quito, Ecuador se venden escarabajos, y en Colombia consumen hormigas tostadas.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los insectos forman parte de dieta tradicional de alrededor de 2 mil millones de personas en todo el mundo.
La FAO considera que existen muchas ventajas consumir insectos debido a que tienen proteínas y grasas buenas, su cría emite menos gases de efecto invernadero que la ganadería y podrían ser una fuente de ingresos para las personas que viven en pobreza en el mundo.
“Simplemente documentar la manera en que se cría a los insectos, cómo se procesan y comen en diferentes culturas de América Latina y el Caribe, y evaluar su impacto en nutrición y seguridad alimentaria ya sería una gran contribución”, considera Spray.
El siguiente paso sería identificar las oportunidades para desarrollar y promover el valor en la que los insectos sean accesibles, como se hace con otros alimentos.