México DF 8 de noviembre de 2014 (lasillarota.com).- Guillermo Flores Reyes, nació el 25 de junio de 1898 en Jalisco, fue integrante de la División del Norte y del “Estado Mayor” de Francisco Villa como “brazo ejecutor”, él es una caudal de historias de la Revolución Mexicana pero se niega a contarlas por la “demagogia” de muchos políticos que le han prometido hasta una casa y le han ofrecido homenajes a cambio de compartir sus recuerdos, y todos le han fallado.
En una modesta casa rentada en la calle Cerro Grande Manzana 5 Lote 18 en la colonia Sagitario III, el Capitán Flores Reyes muestra una pared con fotografías donde comparte con Francisco Villa, una de ellas la famosa de Palacio Nacional, además de medallas, reconocimientos, condecoraciones, diplomas y dice que sólo abrirá sus recuerdos si recibe apoyo económico, “quiero ver un cañonazo (de pesos) como de Obregón y entonces si me acuerdo, menos no”.
“Ahí retraten lo que quieran, pero de que les sirve, a mi si me sirve porque son reliquias esto y dispénseme que no le pueda dar material. Me quieren llevar para hacerme ceremonia, para que me la hacen, yo necesito ayuda económica pero efectiva, no quiero demagogia, la hay (la ayuda) la económica, alguna secretaría del gobierno puede sacarme un presupuesto le dije, yo no quiero mucho, ahí que me den siquiera para pagar mis renta y mis teléfonos”, comentó el Dorado.
Relata que hace años, Eruviel Ávila cuando era presidente municipal lo llevó al kiosco de la avenida Valle de Guadianas para llenarlo de elogios y prometerle una casa en planta por el problema que sufre en la rodilla y no le cumplió.
“Han venido desde antes de Eruviel, los otros delegados, ¿quiénes han venido a darme, órale échese ahí un pulmón siquiera de a peso? Políticos me han dicho: ´Flores ven´, no señor estoy enfermo, dije ya no, ya no quiero nada. ¿Qué es lo que me prometieron hace 40 años? No pus que, no, no, no, ya párele mi jefe, ustedes son generalitos de banqueta porque a nosotros nos deben esto, ustedes no se rompieron la madre como nosotros, corriendo, escondiéndonos o la chingada pero nosotros triunfamos”, explica el Capitán Flores Reyes.
Se sumó a la lucha libertaria desde los 12 años, entre la negativa a platicar recuerda la batalla de Celaya contra Álvaro Obregón donde estuvo en peligro y sintió que podía morir esa tarde. "En plena batalla me tumbaron del caballo. Entonces saco mi cuchillo y le abro la panza al caballo y me meto en él. Nomás sentía las patadotas de los caballos de los pelones y que me aguanto, y ni gritar siquiera".
El Dorado de Villa, que vive de una modesta pensión que le da la Secretaria de Hacienda dijo que “vino el regidor y vino el otro, el ese tocayo mío, me dicen: pero va usted (al homenaje en la explanada) con todas sus medallas. A no! Que se paren el cuello conmigo no, me van ustedes se van dar gloria y yo nada (mientras hace una expresión de rechazo con las manos). Le dije: no, yo no se nada. Me responden; no sea usted egoísta. No que chingaos ustedes cobran miles de pesos y yo que, ni para una pinche limonada, ahí que quede la cosa.
“Cuando se han vuelto a parar, ni siquiera por teléfono, ¿si usted le hicieran esto seguiría hablando? Yo la volveré a agarrar hasta que mande un cañonazo, entonces ya podré (decir) algo, pero las cosas particulares y oficiales esas no porque son secretos de tumba, eso me los llevo a la tumba”, indica el Capitán Flores Reyes, a quien la Secretaria de la Defensa Nacional no le ha reconocido sus grados.
Y termina enérgico: “como dijo un día Villa: muchos hijos de la chingada, políticos se van a enriquecer de nuestras acciones y nuestros nombres, y que nos van a dar, nada.”.
Durante su funeral, llevado a cabo en el Panteón Jardín Guadalupano, del municipio de Ecatepec, apareció una persona singular, ni más ni menos que el nieto de Pancho Villa, quien fue a despedirse y rendirle sus respetos a uno de los 55 escoltas personales de su abuelo.
Entre los presentes, Francisco Villa Campa, nieto de El Centauro del Norte, en silencio miraba el ataúd del amigo de su abuelo. En los últimos años, Villa Campa había entablado amistad con don Guillermo y estuvo al pendiente de su persona y su salud.
Durante la ceremonia, el nieto del General, a petición de la familia, dio unas palabras al soldado caído.
“Hoy no creo que se cierra un capítulo, creo que don Guillermo para su familia y para todos nosotros dejó un legado que muchos de nosotros como mexicanos olvidamos. El describir (de don Guillermo) cómo perdimos la batalla de Zacatecas peleando a cuchillo y a mano, refleja su valor y que asumió su responsabilidad como mexicano”, dijo Villa Campa.