*.- El inolvidable Frontón Palacio Jai Alai
Por: Melba Cortés Juárez
El primer recuerdo que tengo de este edifico subyace en mi memoria como si fuera ayer, mis emociones se encienden y “van subiendo como espiral” hasta alcanzar su punto máximo. Crucé la puerta del JAI ALAI antes de cumplir los siete años, de la mano de mis queridos padres Alfredo y Dorita; ¡NUNCA OLVIDARÉ ESE DÍA!
Esperaba con impaciencia la llegada de mi papá que se encontraba en una de sus múltiples actividades reporteriles, había prometido llevarme al teatro a ver La Caperucita Roja, cuya obra infantil se estrenaba ese día por la tarde, en lo que actualmente es el edificio de Canacintra ubicado en el bulevar Agua Caliente del fraccionamiento Del Prado, a unos pasos de donde estaba mi casa, una bonita residencia estilo americano, en la que viví una etapa muy feliz de mi vida.
Miraba con impaciencia una y otra vez por la ventana en espera de ver aparecer la figura de mi padre, cinco minutos, diez, quince, nada…una hora, nada… TARDE PERO SEGURO, Allí estaba!! POR FIN!! Entraría al teatro para presenciar la puesta en escena del clásico cuento para niños.
Nooooo! Era tarde.. Que desilusión!! YA NO HABÍA MANERA DE VER LA FUNCIÓN, así es que con cierta frustración subí al auto que enfiló con rumbo a la zona centro, no tenía idea a dónde íbamos; serían algo más de las siete, mi padre estacionó el carro y descendimos, mi papá, mi mamá y yo, como los tres mosqueteros; SERÍA LA PRIMERA DE MUCHAS NOCHES DE EMOCIÓN, que saldríamos a divertirnos a ese lugar.
Vi el edificio y capturé con avidez el entorno, muy iluminado, igual que su bella fuente al centro del edificio representada con el icónico pelotari, en lo que se conoce como “EL JUEGO MAS RAPIDO DEL MUNDO”, quedé como hipnotizada cuestión de segundos.
A la expectativa crucé el umbral, era un lugar moderno, espacioso y funcional con una amplia cocina, donde el visitante podía comprar el “clásico” hot dog, hamburguesas y tacos dorados, entre otras deliciosas comidas y bebidas; esto era de la puerta de entrada a la derecha.
A la izquierda había un área de Cajas, donde las personas podían adquirir sus “Quinielas” desde un par de dólares, QUINIELAS SENCILLAS Y EXACTAS, también conocidas como PERFECTAS, era una delicia escuchar el tilín tilín, de las máquinas registradoras!!. De la puerta hacia arriba en un segundo piso, estratégicamente distribuidas, butacas para entrada general y palcos; el ambiente no podía ser mejor, de algarabía, familiar…apasionante.
En cuanto a los pelotaris y el juego, me faltarían páginas para describir este emocionante DEPORTE, que reunía a experimentados jugadores de la “pelota vasca”, los que además sobra decir los había MUY GUAPOS!.
Noches inolvidables en este deporte, embeleso ante la trayectoria de la pelota “dos paredes” “picadita”… “ENCHÚLATE, ERA EL GRITO DE GUERRA” de los amantes del juego, que además de brindar magistrales exhibiciones llenó los bolsillos, económicamente hablando de muchos asistentes y “quebró los bolsillos” de otros tantos; a esto agregaré que mis padres ganaron muchas noches y por supuesto, cuando tuve edad para apostar, yo también probé “las mieles” y honor de formar “esa fila”, para COBRAR MIS PREMIOS!!!
Allí podía el ganador cobrar desde los VEINTE DOLARES, hasta bolsas de más de MIL, DOS, MIL, CINCO MIL y más de VEINTE MIL dólares, cuando aún estaba el tipo de cambio a 12.50 Moneda Nacional.
El JAI ALAI recibió a visitantes de talla nacional e internacional, entre los que se encontraban luminarias de cine y televisión, reconocidos personajes de la fiesta taurina, reinas de belleza y destacados deportistas, entre otros; este lugar es testigo de interesantes historias, que por supuesto forman parte de la vida DE TODOS LOS QUE TUVIMOS LA DICHA Y PLACER DE CONOCERLO Y HACERLO NUESTRO.
No hay palabras para describir mi emoción DE VOLVER A TENER FRENTE A MÍ UNO DE LOS MILES Y MILES DE BOLETOS DE APUESTA, que quedó para mi baúl de los recuerdos y que obra como muestra en este humilde y sentido relato.
Mejor conocido como ”Frontón Palacio”, el JAI ALAI se inauguró en 1947 por su propietario el Señor Mariano Escobedo González, esta edificación pintada de blanco y crema, se complementa con la estatua de un pelotari en posición de juego sobre un globo terráqueo, obra del escultor Eduardo Corella.
El JAI ALAI da sentido de historia e identidad a la ciudad, pero no está considerado oficialmente como patrimonio histórico. Su edificación estilo morisco destaca en una de las avenidas más famosas y transitadas del mundo, la Avenida Revolución entre las calles 7ma y 8va. El Jai Alai cerró sus puertas en los años noventa como Frontón Palacio.