TIJUANA BC 11 DE SEPTIEMBRE DE 2011(AFN).- La ciudad de Tijuana sigue padeciendo las secuelas del ataque terrorista a las torres gemelas de Nueva York,ocurrido hace diez años, la mañana de un once de septiembre.

A partir del ataque, perpetrado por la organización terrorista Al-Qaeda, las revisiones en la línea fronteriza se volvieron más estrictas y el turismo norteamericano dejó de ser tan frecuente.

El tráfico en la conocida avenida Revolución inició un declive que continúa hasta nuestros días, la disminución de empresas, de los conocidos “burros cebras”, y el cierre de restaurantes y bares de la zona son prueba de ello.

Desde el momento en que se colapsaron, en el transcurso de dos horas del ataque con aviones secuestrados, las famosas torres neoyorkinas, se transformó para siempre la vida en esta ciudad fronteriza.

Los cruces por vía terrestre intensificaron sus procesos de seguridad, realizando exhaustivas revisiones que han hecho lento el paso de un país a otro.

Los aeropuertos han restringido más el acceso de sustancias y los detectores de metales son cada vez más sofisticados y sensibles a diversos materiales y sustancias.

Por otra parte, Amnistía Internacional persiste en su exigencia de que se encuentre a los culpables de este atentado y que sean sometidos a juicios penales, y de esta manera otorgar a los familiares de las víctimas y a éstas la justicia anhelada.

La organización internacional condenó este tipo de hechos en que civiles son atacados deliberadamente, lo cual calificó como injustificados, que significan un abuso a los derechos humanos.

Los atentados

La mañana de ese 11 de septiembre aterró al mundo cuando las primeras noticias provenientes de Nueva York hablaban del “desplome” de las célebres e históricas Torres Gemelas, sede del World Trade Center.

  Pocos o casi nadie entendían lo que realmente estaba sucediendo y fue necesario escuchar repetidamente las noticias para entender lo que los ojos de todo mundo vieron de manera incesante casi desde el mismo instante en que esto ocurrió: la caída “a plomo” de esa enorme “mole”.

  Luego, cuando no había pasado el tiempo suficiente para reponerse de la sorpresa, llegaron noticias más terribles y escalofriantes: otros atentados terroristas suicidas se registraban casi de manera simultánea en las instalaciones del Pentágono y en un avión que luego se supo que los mismos pasajeros obligaron a que se estrellara en otro punto diferente al que llevaban como “blanco” los terroristas, tras enterarse por dispositivos móviles de lo que ya había ocurrido previamente.

  Los atentados fueron reconocidos por miembros de la red yihadista Al Qaeda, que reclamaron la responsabilidad de estos actos, mediante el secuestro de aviones de línea aérea que decidieron impactar sobre varios objetivos.

  Se dijo que como consecuencia de estos hechos terroristas, los más graves que han vivido Estados Unidos y el mundo, por lo menos 3 mil personas murieron y otras 6 mil más quedaron heridas, aunque otras fuentes hablan de números y cifras muchísimos más altos.

Como consecuencia de esto, Estados Unidos inició lo que llamó la “guerra contra el terrorismo” y el mundo entero entró en una ola de pánico y psicosis que como era de esperarse, alcanzó a los mexicanos, con consecuencias más severas para los fronterizos, porque desde entonces las medidas migratorias en las fronteras se recrudecieron.

  Según datos recogidos por diversas fuentes, fueron alrededor de una veintena de miembros de Al Qaeda que participaron en estos hechos, divididos en cuatro grupos que secuestraron aviones, llevando consigo un piloto que se encargaría de operar la nave, tras sometidas las tripulaciones.

  Los vuelos 11 de American Airlines y 175 de United Airlines, fueron los que se estrellaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center, con sólo minutos de diferencia. El vuelo 77 de American Airlines fue impactado contra una de las fachadas del Pentágono en el estado de Virginia, en tanto que el cuarto avión, el vuelo 93 de United Airlines no pudo alcanzar su objetivo, ya que se estrelló en campo abierto cerca de  Shanksville en Pensilvania. Diecinueve terroristas fallecieron.