EL REPORTE BUENNÍSIMO
TIJUANA BC 25 DE MARZO DE 2013 (AFN).- "Bien perrón", dice el letrero junto al número económico 117. El sucio camioncito se movía y se movía como si llevara gallinas. Debía estarle fallando una suspensión. Pero al conductor, el estado de su herramienta motriz no le preocupaba.
Al contrario, aceleraba cada vez que otro de su misma especie, aunque de otro color, intentaba rebasarlo. Un tope sí y un alto también, peleaban para llegar primeros al próximo pasajero.
"¡Luz roja, luz roja!", gritó una nerviosa mujer en uno de esos constantes acelerones frente al ignorado semáforo. "¡Por eso chocan, cab..!", gritó alguien más, pero el chafirete ni los peló. Sólo les dedicó una perruna mirada por el retrovisor de la "Calafia", como se conoce a este tipo de minibuses en esta frontera.
Sin dejar de masticar su chicle, que tal parece es requisito obligatorio en su chamba, el calafiero se acomodó su cachucha con las letras "I Love TJ" grabadas, estiró su derecha, hurgó en una cajita que contuvo zapatos, sacó un luminoso disco compacto con letras escritas a mano con plumón negro, y empezó a manipular el estéreo.
"Ya valió", pensé al ver el cidi pirata. "Narcocorridos.. ¡qué bien!.. lo que nos faltaba... Pones uno y te demando", me dije. Pero al contrario, de las bocinas salieron acordes de un agradable rock en inglés, de por allá los años sesentas y setentas.
Al paso de los kilómetros y al ritmo del "Barrio Music", que tan popular fue, yo, los pasajeros, el sucio camioncito y la novia del chafirete, que iba a su lado sentada en una cubeta, nos movíamos como si lleváramos gallinas.
Bien perrones, todos.