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Tijuana BC - miércoles 8 de mayo de 2024 - José Alfredo Ciccone.
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José Alfredo Ciccone

TIJUANA BC 8 DE MAYO DE 2024.-  Según registros serios de la historia, el primer día de la madre fue creado y celebrado por la estadounidense, Anna Jarvis, del Estado de Virginia, allá por 1907, un 12 de mayo, para rendirle homenaje en esa fecha, al segundo aniversario de la muerte de su adorada madre. Ese día, Anna repartió como regalo, -hasta donde le alcanzó su presupuesto-, muchos claveles blancos a todas las mamás. Después de tres años de creado ese día, esta luchadora social se molestó y disgustó al enterarse de la comercialización descarada que se hizo en todo el país, de lo que representaba para ella, una fecha conmemorativa, que ya instaurada en los Estados Unidos, se celebra el segundo domingo del mes de mayo. 

En México, el periodista y Director General del periódico Excélsior, Rafael Alducín, apoyando una propuesta del entonces Secretario de Educación José Vasconcelos, allá por el año 1922, a través de su importante e influyente medio informativo, creó esta festividad del Día de la Madres, difundiendo la importancia de esa fecha, aprobada entre otras personalidades, por el Papa Pío XI y La Cruz Roja de México, para posteriormente definir su celebración el día diez de mayo, después que se erigiera, en 1949, el bello monumento en honor a las madres, ubicado en la ciudad capital del país.     

Tan pronto como esta misma semana, se avecina la celebración de este día y todos esperan el momento de rendirle culto a la máxima figura de la casa. Según reza un viejo adagio, “madre hay una sola” y esta verdad encierra múltiples reflexiones sobre la fecha, en que algunos miramos al cielo con la convicción de comunicarnos con ella, todos los días, además de pedirle que nos cuide, porque para uno la madre que ya no está, es como un Dios privado, reservado para nosotros que no dejamos de comunicarnos con ella. Otras personas, que todavía tienen el regalo de tenerla cerca y de manera -no virtual-, abrazarla y valorarla en toda su dimensión. Algunos más, que la deben celebrar a la distancia y ponerlas frente a un teléfono o cualquier pantalla táctil con imagen, para que nos bendiga y aviente besos sonoros a la distancia, llenándonos de ese combustible amoroso que tanto necesitan nuestras vidas para poder seguir adelante, con la seguridad de contar con su fuerza infinita, su don de ubicuidad, simple y profunda, sus principios inalterables, su voluntad inquebrantable y su respaldo decidido, sabio, tierno e incondicional. Si una madre está enferma, no se le nota, porque como estoica que es, se aguanta siempre solita, no quiere preocupar, segura de salir adelante de su problema, por esa razón y firmeza logra casi todo, naturalmente que con la ayuda de Dios que la tiene como prioridad, que la oye más que a nadie, la escucha con mayor atención porque sabe que ella pide cosas para el alma y la protección de los suyos, antes que cualquier regalo material, porque sabe que sin ella nada es posible, ni la vida misma.  

Mi madre, marplatense, era de sangre gallega, porque mis abuelos llegaron del Puerto de Vigo a Buenos Aires, la apodaban Tula, como el nombre de la tía de Miguel de Unamuno. Era alegre silenciosa, con una bondad a prueba de los golpes que le asestó la vida, estaba preparada para casi todo, menos para la injusticia y la traición, contra esos males no podía, no sabía responder con la intensidad que los recibía, su nobleza se lo impedía. Como a todos nos pasa en este tipo de apreciaciones, subjetivadas por el exceso de amor, ella era la mejor de todas, a prueba de cariño y odiosas distancias, sin dudas. 

Por cierto, en Argentina, se homenajea a las madres, cada tercer domingo de octubre. 

Ofrezco una disculpa a mis pacientes lectores por la digresión y continúo con mi relato sobre la que muchos nombran como la reina de la casa, la patrona, la jefa, la mamma, mommy, mutter, mere, mai, imeh, o como se le llame cariñosamente en cada país.   

Es sabido que Mamá siempre está ahí; cuidando, ordenando, vigilando y llenándonos de fe en todo lo que hacemos y emprendemos, cuando precisamos de su orientación o nos aprietan los problemas, ella es el auxilio incondicional que extiende su mano cálida y acude cuando sabe que la necesitamos, es la única con olfato afinado que sabe cuándo y qué nos pasa, en la alegría como en la tristeza, en el triunfo o en la adversidad, en las buenas y en las malas. Lo contemplo en la cercanía, con dos ejemplos admirables, orgullos de familia. Mi esposa dándole todo, en cuerpo y alma a nuestros hijos, extendiendo su amor abarcativo y generoso a los nietos. Mi hija, madre moderna, inmersa en los aceleres que le imprime este tiempo de hoy, con tareas múltiples, como la educación y el deporte, entrega y amor a manos llenas para con sus hijos, los cuida con la misma devoción natural de una leona a sus cachorros y los quiere hasta el infinito, se los demuestra a cada paso, porque así debe ser el papel integral de una madre, más allá de tiempos inconexos y modernidades, donde el rol maternal debe ser factor primordial en el hogar.   

FELIZ DÍA PARA TODAS LAS MADRES!

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor

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