Por: Marco Antonio Samaniego
TIJUANA BC 28 DE ENERO DE 2022.- El tema de la inseguridad es sin duda uno de los referentes en estos días. El asesinato de dos periodistas en el intervalo de una semana ha llenado páginas y comentarios sobre las acciones criminales en contra de comunicadores que realizan una labor fundamental, como es registrar e informar sobre el acontecer social.
Sin embargo, abordo un tema central para nuestra región, como es la decisión de la Suprema Corte, de aclarar debidamente que es el gobierno federal quien tiene como obligación cumplir con el Tratado de Aguas Internacionales de 1944. Los municipios de Cusihuiriachi, Aquiles Serdán, Namiquipa, Manuel Benavides, Balleza, de Huejotitán y Buenaventura, en Chihuahua, presentaron una controversia constitucional con el objetivo de que el agua de la presa La Boquilla, no sea parte de las entregas obligatorias a Estados Unidos. Se ha declarado constitucional el cumplimiento del tratado, situación aprobada por el senado de los dos países que se cumple desde 1946.
¿Qué es lo que esta en juego? Un sistema que incide en toda la frontera entre México y Estados Unidos. Tratar de que los municipios estén por sobre acuerdos internacionales, significa abrir la puerta a cientos de acciones locales que modificarían todo el escenario en las economías no solo de las poblaciones aledañas a la cuenca, sino de ciudades alejadas de esta, como es el caso de Tijuana, Tecate, Playas de Rosarito, Phoenix, Denver, Los Ángeles, y muchas otras. Las zonas agrícolas que tendrían que ser rearticuladas, serían desde Colorado, Utah, Texas, Arizona, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y por supuesto Baja California. Cada entidad en diferente porcentaje viviría cambios sustanciales en toda su proyección económica.
La misma medida se ha tratado de llevar a la práctica en Estados Unidos. Sólo como ejemplo, los indígenas de Arizona, desde la década de 1960 han tomado un papel de suma relevancia en el tema de los derechos de agua del río Colorado. Primero con la decisión de Arizona v. California de 1963 y, desde la década de 1980, con el avance efectivo de sus demandas, apaches mezcaleros, navajos, pimas, maricopas, quechanos, hualapais y cucapás han sido un factor de confrontación. Sustentados en la decisión Winters v. United States la nación Navajo, reclama tener derecho a cinco millones de acres-pie, es decir, más que California y casi el doble de los que recibe Arizona. Peter MacDonald, uno de los representantes más conocidos, sostuvo que sus representados tenían el derecho al agua que los estados de Colorado, Utah, Wyoming, Arizona, Nevada, California y Nuevo México, extraían de la zona de la cuenca. Estas demandas tienen otros caminos legales, pero el presupuesto es el mismo: el agua que pasa por aquí es de nosotros.
Se trata de una condición en la postura respecto al río que, bajo una condición de compartir el recurso, se observa como un sacrificio el contar con el agua en determinado espacio y no poder utilizarla, porque «otros», ribereños inferiores, también dependen de ese recurso. En este caso, los «otros» no son únicamente los agricultores texanos, sino de lugares como Ojinaga, en Chihuahua, o los de Tamaulipas, quienes, ante la toma de La Boquilla, han reaccionado con demandas contrapuestas, dado que al reducirse los niveles en las presas La Amistad y Falcón, consideran que sus derechos son vulnerados.
Como he apuntado en diversos textos. Los tratados de 1906 y 1944 se realizaron bajo la idea de que el recurso no era suficiente para satisfacer todas las posibilidades de desarrollo. Para quienes se vieron inmersos en el tema desde principios del siglo XX, la duda era cómo distribuir lo que es poco, lo que nunca sería abundante, y por tanto, el ejercicio de poder por parte de los Estados nacionales fue el factor decisivo. Muchos intereses locales se vieron trastocados y por ello, la pregunta no es cuántas tierras se pueden abrir, o cerveceras, sino cómo se distribuye lo que es escaso y además, no se va a incrementar, salvo algún año excepcional.
En todas las discusiones que abarcaron seis décadas ningún experto o funcionario indicó que existía agua para todas las necesidades, ni en el Bravo ni en el Colorado, menos en el Tijuana. Por el contrario, se partía de la referencia que era necesario ponerse de acuerdo entre los estados y los dos países, porque las tierras que eran posible irrigar eran superiores a la cantidad de agua disponible. Al sumarse el tema del abasto a ciudades y vincularse directamente con la producción de energía eléctrica, el desarrollo de mercados y el pago de las obras, el tema de la distribución llevó, para el caso estadounidense, a numerosos conflictos judiciales internos.
En el Conchos, cada cinco años, cuando se cumple el plazo para hacer las entregas, se realizan movimientos sociales, sobre todo por agricultores de la misma zona. Su razón es clara, con esa agua ellos pueden incrementar sus cultivos y generar fuentes de empleo. El problema, es que, en Ojinaga, Nuevo Laredo o Reynosa, va a suceder lo contrario.
Lo mismo en nuestro caso. Si se otorgara el agua a los agricultores de Colorado, los indígenas de Arizona mencionados o a la ciudad de Las Vegas (Nevada, apenas tiene 300, 000 acres- pies asignados) significaría que toda la economía de Baja California y San Luis Río Colorado se vería severamente afectada.
De manera sencilla, si “lo local” se impone sobre el conjunto, con los muchos locales que actuarían surgiría otra frontera entre México y Estados Unidos. Por ello, si existen planes para cualquier cambio, debe existir una visión de conjunto. Suponer que sólo me toca a mí porque estoy aquí, además de estar en contra del derecho internacional, significa una reconstitución del espacio fronterizo. El plan que se realice debe contemplar todo ello. En más de medio siglo, no ha surgido una propuesta que supere lo que existe, sino por el contrario, lo que han surgido son amenazas, como el cambio climático, para que lo escaso, sea más escaso.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.